¿Café para todos? ¿Cómo sería el marketing sin personalización?
En 30 segundos
¿Te imaginas una comunicación sin alma, sin nombres propios, sin historias que conecten? Así era antes la comunicación de las empresas: fría, impersonal, olvidable y poco relevante. Hoy, los consumidores exigen que las empresas les conozcan y les hablen de manera individualizada. Y el vídeo personalizado no solo responde a esa expectativa sino que la supera.
Haciendo un ejercicio de abstracción hacia el pasado reciente, imaginemos por un momento que todo lo que recibes de tus marcas favoritas —esa oferta que parece escrita para ti, ese vídeo que menciona tu nombre, ese email que llega justo cuando lo necesitas— desapareciera. Nada de mensajes adaptados, nada de recomendaciones basadas en tus intereses, nada que se acerque, de verdad, a lo que te importa.
Difícil, ¿no? Nos hemos acostumbrado tanto a que el marketing sea personal, que cuesta recordar cómo era antes de que lo fuera.
Cuando todo era igual para todos
Hace no tantos años, casi todas las campañas eran un tiro al aire. Emails que empezaban con un “Estimado cliente”, banners que no tenían nada que ver contigo, promociones masivas enviadas sin criterio. Y aún peor: sin alma, sin emoción.
Era un marketing plano, ruidoso, incapaz de generar una conexión real, emocional. Las marcas hablaban, sí. Pero hablaban solas.
Hoy, eso es impensable. Y no solo por una cuestión de tecnología. Es una cuestión de expectativa.
El consumidor exige relevancia. Si no la encuentra, se va. Así de sencillo.
¿Por qué la personalización ya no es opcional?
La razón es casi tan directa como sus consecuencias: porque la gente la espera. No es una moda, es un nuevo mínimo. Y quien no esté ahí, está fuera del radar. Fuera del radar significa fuera del mercado. Tarde o temprano.
No lo decimos solo nosotros. Lo dice, por ejemplo, Accenture: el 91% de los consumidores tiene más probabilidades de comprar a marcas que entienden lo que les gusta. Y según SmarterHQ, el 72% solo se molesta en interactuar si el mensaje está personalizado.
Sin personalización, lo que pasa es lo que todo departamento de marketing teme:
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Se desploman las aperturas y los clics.
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Caen en picado las conversiones.
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La relación con el cliente se enfría.
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Y el ROI, directamente, se esfuma.
O dicho de otra forma: sin personalización, no hay marketing que funcione. Y si el marketing no funciona, el impacto en las ventas es evidente.
¿Qué se pierde exactamente?
Más de lo que parece. Porque no es solo un problema de resultados. Es un problema de conexión. De no estar. De no escuchar.
Esto es lo que se pone en juego:
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Engagement por los suelo: Si no te hablo a ti, no me escuchas.
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Inversión no optimizada: Las campañas genéricas cuestan lo mismo, pero rinden mucho menos. ¿A quién no le suena la palabra ROI?
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Clientes en fuga: Porque si una marca no te entiende, buscarás una que sí lo haga.
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Una marca que se diluye: Si pareces como todas, te confunden con cualquiera.
El nuevo estándar: experiencias a medida
Hoy, el listón está donde lo han puesto los grandes: Amazon y sus recomendaciones milimétricas. Netflix, que parece conocerte mejor que tus amigos. Spotify, que cada lunes acierta con lo que necesitas escuchar.
¿Y tu marca? ¿Dónde está? ¿Sabe hablarle a cada uno de sus clientes como si fuera el único?
Porque eso es lo que se espera ahora. Da igual si vendes seguros, coches, experiencias turísticas o gestionas una agencia de publicidad. Si no personalizas, desconectas.
El vídeo personalizado: el lenguaje más potente
Y aquí es donde entra el vídeo. Pero no un vídeo cualquiera. Un vídeo que habla directamente a cada persona. Con su nombre. Su idioma. Su historia.
Tecnologías como las que usamos en 1to1video permiten algo que hasta hace poco sonaba a ciencia ficción: crear miles —o millones— de vídeos únicos, adaptados a cada cliente. No plantillas. No generalidades. Historias individuales.
Piensa en esto aplicado a cada fase del ciclo de vida del cliente: onboarding, activación, retención, fidelización… O en un resumen anual que le recuerde por qué sigue contigo. O en una renovación que no suena a trámite, sino a agradecimiento.
Y es que el vídeo personalizado no solo informa. Conecta. Retiene. Y convierte.
¿Qué ganamos cuando personalizamos?
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Más conversión, porque hablamos de lo que importa.
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Mejor experiencia de cliente, porque se siente visto.
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Un ROI mucho más alto, porque cada euro está bien invertido.
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Fidelidad, porque detrás del dato, hay emoción.
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Y relevancia, que en un mundo saturado, vale oro.
Porque esto no va solo de vender más
Va de no perder lo que ya tenemos. De cuidar la relación. De mostrar que detrás de la automatización hay inteligencia, sí, pero también intención.
Volver al marketing genérico sería como volver al blanco y negro. Y lo sabemos bien: el color marca la diferencia.